martes, 16 de agosto de 2016

MANIFESTACIONES DEL HECHO RELIGIOSO EN EL CONTEXTO LOCAL CULTURA Y RELIGIÓN Existe una relación de fuerzas o interacciones entre religión y cultura, y muchos de los hechos no son una combinación parcial, en la que las diferentes denominaciones quieran imponer o relacionar tales formas de pensamientos o creencias, sino que los feligreses de las respectivas congregaciones traen consigo adaptándolas o conviviendo con ellas dentro de su vida religiosa, las que muchas veces son obviadas o en otros casos refutadas por medio de sus doctrinas, lo cual depende de sus líderes. Muchos de estas personas dicen haber recibido de Dios una nueva vida, como resultado del perdón y la purificación, lo cual se define como un el nuevo nacimiento, que trata de un nuevo comienzo, o forma de vida diferente, en el que las cosas de la vida pasada no tienen lugar, en la que se va a principiar, pero las concepciones culturales de la enseñanza familiar, que están cargadas de superstición, continúan arraigadas en su mente, dando como resultado un producto sincrético, lo cual sale a la luz a través de expresiones críticas que surgen dentro de la comunidad, ¡y ese (a), no y que va a la iglesia! Y esta expresión tiene lugar cuando las personas que profesan una fe, establecen relaciones con aquellos que ejercen los poderes ocultos, y no solo eso sino que siguen creyendo en los mitos o dogmas de sus antepasados, aunque profesen una nueva fe. Todo lo anterior tiene lugar en el contexto de la cultura indígena Zenu, en la que confieren Católicos, Pentecostales, Trinitarios y Testigos de Jehová, las cuales son corrientes del Cristianismo. Que tiene en común la biblia, y muchas de las doctrinas apostólicas, pero que difieren en otras por consecuencia del proceso exegético y su afirmación hermenéutica que dan pasó a sus doctrinas o fe que profesan, las cuales son permeada por el pensamiento del arraigo cultural de sus miembros. Muchas de las tradiciones indígenas han sido transformadas por la globalización, que gesta cambio por su atracción y aceptación imperceptible, que se adentra sutilmente por medio de los jóvenes, produciendo cambios gracias a la sociedad ocurrente, cuyos cambios se gestan en los usos y costumbre, pero lo mitológico de sus tradiciones, la magia y supersticiosas siguen vivas con ellos, por estar arraigadas a sus concepciones mentales, mientras que sus actividades costumbristas se relacionan con enseñanza física que es menos atractiva a la del mundo espiritual de lo desconocido; por tal razón aunque se viva en un mundo moderno se sigue creyendo en los arraigos espirituales de sus ancestros. Y es de allí que aunque muchos profese el cristianismo siguen creyendo en la planta de sábila “Aloe”, “niños perdidos” es un hecho en que los niños de pecho, hay que regresarlos por el mismo camino por el que saliste con ellos, de lo contrario se pierden, y aunque el niño llegue a casa su espíritu está perdido, y hay que llevar el niño para que regrese a casa, y gritar con otros niños más grandes, vente niño, vente; se cree en el pujo, el la madre monte, se consulta a los brujos para ver su suerte, o la razón por la que les va mal. Todas estas manifestaciones culturales arraigadas los lleva a caer en un acto esotérico, con el que contaminan su fe cristiana, dando paso al vituperio de su religión, en que se sigue creyendo en Dios pero se le da poder a lo oculto que va en contra de los principios cristianos, ligando el bien con el mal, lo cual es incorrecto porque, la biblia dice, No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué concierto tiene el templo de Dios con los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos; y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. 2Co 6:14 – 16, esto es un capitulo que tiene en común el libro sagrado de estas devociones, pero muchos de sus miembros caen en este acto. El desenlace de todo esto nace en el arraigo cultural que trae el individuo, con los que se vincula a la religión sin desprenderse de ellos.